Cada persona tiene su manera, espacio y tiempo para vivir el dolor, la sensación de vacío, o la pérdida.
Es sano darse ese tiempo, es sano apartarse un rato de la familia o amigos; es natural querer lamerse las heridas a solas.
Reconocer y procesar lo que se está viviendo es sanador. Experimentar el silencio o comportamientos de aislamiento, con lágrimas o con euforia es natural en el ser.
Danzar con la emoción, con el sentimiento debilitante, con la agonía del no saber qué hacer o donde ir, también es natural. La negación ante lo evidente también aparecerá y no hay por qué asustarse, todo eso es natural, es un proceso; eso también pasará.
Lo que no sería natural, es quedarte allí, anclado, paralizado, atascado.
Ese proceso es personal y cada uno tiene distintos tiempos. Vivirlo, analizarlo y superarlo… es curativo para el alma.
Procesar las heridas en el tiempo que sea necesario, ayuda a re acomodar emociones... es la transformación de la evolución humana.
Pero permanecer en la emoción oscura, evita el contar con la maravillosa habilidad de encauzar y reponerse para traspasar de la emoción y sentimiento, a la razón.
Sea lo que sea que estés pasando, todo ocurre para ayudarte a evolucionar, solo hazle frente al viaje para superarlo, escoger lo mejor y aprender de él.